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Versículos bíblicos sobre nuestra relacion con el Señor
- 26 junio, 2017
- Publicado por: Alberto Conti
- Categoría: Estudios Biblicos
1. Amando al Señor le rendimos culto
A. Debemos amar al Señor con todo nuestro corazón:
Deuteronomio 6:5
Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza.
Deuteronomio 10:12
¿Qué requiere de ti el Señor tu Dios, sino que temas al Señor tu Dios, que andes en todos Sus caminos, que lo ames y que sirvas al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma?
Mateo 22:37,38
Jesús le dijo: «“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”. 38 Este es el más importante y el primero de los mandamientos».
(V. también Deuteronomio 30:6,20; Josué 22:5; 23:11.)
B. Nuestro amor a Dios nos llevará a desearlo intensamente:
Salmo 42:1,2
Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por Ti, oh Dios, el alma mía. 2 Mi alma tiene sed de Dios.
Salmo 63:1
Mi alma tiene sed de Ti, mi carne te anhela en tierra seca y árida donde no hay aguas.
Salmo 27:4
Solo una cosa he pedido al Señor, solo una cosa deseo: estar en el templo del Señor todos los días de mi vida, para adorarlo en Su templo y contemplar Su hermosura.
Salmo 16:8
Al Señor he puesto continuamente delante de mí; porque está a mi diestra, permaneceré firme.
Salmo 63:8
Está mi alma apegada a Ti.
Salmo 84:2
Anhela mi alma, y aun desea con ansias los atrios del Señor.
Isaías 26:9
De todo corazón suspiro por Ti en la noche; desde lo profundo de mi ser te busco.
Salmo 73:25
¿A quién tengo yo en los cielos sino a Ti? Y fuera de Ti nada deseo en la tierra.
Salmo 119:40
Yo anhelo Tus preceptos.
Salmo 143:6
Mi alma te anhela como la tierra sedienta.
Isaías 26:8
Tu nombre y Tu memoria son el deseo de nuestra alma.
(V. también Salmo 119:131; Mateo 5:6; Juan 4:10,14.)
C. Adorar a Jesús como adoramos a Dios Padre:
Juan 5:23
Todos honren al Hijo como honran al Padre.
Filipenses 2:9–11
Dios le otorgó el más alto privilegio, y le dio el más importante de todos los nombres, 10 para que ante Él se arrodillen todos los que están en el cielo, y los que están en la tierra, y los que están debajo de la tierra; 11 para que todos reconozcan que Jesucristo es el Señor y den gloria a Dios el Padre.
Colosenses 1:18
Cristo es el principio de todas las cosas. Por eso fue el primero en resucitar, para ocupar el primer lugar en todo.
1 Juan 5:1
Todo aquel que ama al Padre, ama al que ha nacido de Él [Jesús].
D. Por qué amamos y adoramos a Jesús:
1 Juan 3:16
Conocemos lo que es el amor porque Jesucristo dio Su vida por nosotros.
1 Juan 4:19
Nosotros lo amamos a Él porque Él nos amó primero.
Apocalipsis 5:8–13
Cuando [el Cordero, Jesús] tomó el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero. Cada uno tenía un arpa y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos. 9 Y cantaban un cántico nuevo, diciendo: «Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos, porque Tú fuiste inmolado, y con Tu sangre compraste para Dios a gente de toda tribu, lengua, pueblo y nación. 10 Y los has hecho un reino y sacerdotes para nuestro Dios; y reinarán sobre la tierra». 11 Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono y de los seres vivientes y de los ancianos. El número de ellos era miríadas de miríadas, y millares de millares, 12 que decían a gran voz: «El Cordero que fue inmolado es digno de recibir el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, el honor, la gloria y la alabanza». 13 Y oí decir a toda cosa creada que está en el cielo, sobre la tierra, debajo de la tierra y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay: «Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el dominio por los siglos de los siglos».
(V. también 1 Juan 4:15.)
2. Maneras de demostrar nuestro amor por el Señor
A. Amar y obedecer Su Palabra:
Deuteronomio 10:12,13
¿Qué pide de ustedes el Señor su Dios? Solamente que lo honren y sigan todos Sus caminos; que lo amen y lo adoren con todo su corazón y con toda su alma, 13 y que cumplan Sus mandamientos y Sus leyes, para que les vaya bien.
Deuteronomio 11:1
Amarás, pues, al Señor tu Dios, y guardarás siempre Sus mandatos, Sus estatutos, Sus ordenanzas y Sus mandamientos.
Job 23:12
Nunca me separé del mandamiento de Sus labios, sino que guardé las palabras de Su boca más que mi comida.
Juan 15:10
Si guardan Mis mandamientos, permanecerán en Mi amor, así como Yo he guardado los mandamientos de Mi Padre y permanezco en Su amor.
1 Juan 3:22
Guardamos Sus mandamientos y hacemos las cosas que son agradables delante de Él.
1 Juan 5:3
Este es el amor de Dios, que guardemos Sus mandamientos.
2 Juan 6
Este es el amor, que andemos según Sus mandamientos.
(V. también Salmo 119:47,48,97,113,127,140,159,163,167.)
B. Rendirle culto en oración:
Salmo 18:1,3
Yo te amo, Señor, fortaleza mía. 3 Invoco al Señor, que es digno de ser alabado.
Salmo 63:2–4
¡Quiero verte en Tu santuario, y contemplar Tu poder y Tu gloria, 3 pues Tu amor vale más que la vida! Con mis labios te alabaré; 4toda mi vida te bendeciré, y a Ti levantaré mis manos en oración.
Salmo 91:14,15
Porque en Mí ha puesto su amor, Yo entonces lo libraré; lo exaltaré, porque ha conocido Mi nombre. 15 Me invocará, y le responderé; Yo estaré con él en la angustia; lo rescataré y lo honraré.
Salmo 116:1,2
Amo al Señor porque ha escuchado mis súplicas, 2 porque me ha prestado atención. ¡Toda mi vida lo invocaré!
C. Amarnos mutuamente:
Mateo 25:40
Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de estos hermanos Míos más humildes, por Mí mismo lo hicieron.
1 Juan 4:20,21
Si alguno dice, «Yo amo a Dios», y aborrece a su hermano, es mentiroso. Porque el que no ama a su hermano al cual ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? 21 Y nosotros tenemos este mandamiento de Él: Que el que ama a Dios, ame también a su hermano.
D. Prestarle atención:
1 Samuel 3:9,10
Elí dijo a Samuel: «Ve y acuéstate, y si Él te llama, dirás: “Habla, Señor, que Tu siervo escucha”». Y Samuel fue y se acostó en su aposento. 10 Entonces vino el Señor y se detuvo, y llamó como en las otras ocasiones: «¡Samuel, Samuel!» Y Samuel respondió: «Habla, que Tu siervo escucha».
Salmo 143:8
Hazme oír por la mañana Tu misericordia, porque en Ti he confiado.
Isaías 50:5
El Señor Dios me ha abierto el oído; y no fui desobediente, ni me volví atrás.
(V. también Isaías 30:21.)
E. Servirlo y seguirlo:
Juan 10:27
Mis ovejas oyen Mi voz, y Yo las conozco, y me siguen.
Juan 12:26
Si alguno quiere servirme, que me siga; y donde Yo esté, allí estará también el que me sirva.
Josué 24:14
Respeten al Señor y sírvanle con sinceridad y lealtad.
1 Samuel 12:24
Teman al Señor y sírvanle en verdad con todo su corazón; pues han visto cuán grandes cosas ha hecho por ustedes.
Efesios 6:7
Sirviendo con buena voluntad, como al Señor, y no a los hombres.
Hebreos 12:28
Sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia.
F. Sacrificarnos y entregar nuestra vida por amor:
Mateo 10:38
El que no toma su cruz y sigue en pos de Mí, no es digno de Mí.
Juan 10:17
Mi Padre me ama porque estoy dispuesto a entregar Mi vida para luego volver a recibirla.
1 Corintios 15:31
Cada día muero. (V. también 2 Corintios 11:23–28.)
Gálatas 2:20
Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí; y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo por la fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a Sí mismo por mí.
Filipenses 3:7,8
Todo lo que para mí era ganancia, lo he estimado como pérdida por amor de Cristo. 8 Y aún más, yo estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por Él lo he perdido todo, y lo considero como basura a fin de ganar a Cristo.
Apocalipsis 12:11
Menospreciaron sus vidas hasta la muerte.
G. Honrar y obedecer al Señor más que a los hombres:
Hechos 5:29
Es nuestro deber obedecer a Dios antes que a los hombres.
(V. también Hechos 4:19.)
H. Contribuir a la obra del Señor:
Proverbios 3:9
Honra al Señor con tus bienes y con las primicias de todos tus frutos.
(V. también Levítico 27:30; 1 Corintios 9:6–11.)
3. Amar a Dios por encima de todo
A. No debemos amar ni poner cosa alguna por encima de Dios:
Éxodo 20:3,5
No tendrás otros dioses delante de Mí. 5 Porque Yo, el Señor tu Dios, soy Dios celoso.
(V. también Éxodo 34:14; Deuteronomio 32:16,21; Isaías 42:8; 1 Corintios 10:22.)
B. Ni aun a nuestros seres queridos debemos amarlos más que a Dios:
Génesis 22:12
Ya conozco que temes a Dios, pues que no me rehusaste tu hijo, tu único.
Mateo 10:37
El que ama al padre o a la madre más que a Mí, no es digno de Mí; y el que ama al hijo o a la hija más que a Mí, no es digno de Mí. (V. Lucas 14:26.)
C. Ni siquiera debemos anteponer a Dios la satisfacción de nuestras necesidades físicas:
Mateo 4:4
No solo de pan vivirá el hombre, sino también de toda palabra que salga de los labios de Dios.
Mateo 6:24
Nadie puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o apreciará a uno y despreciará al otro. Ustedes no pueden servir a Dios y a las riquezas.
Mateo 6:33
Busquen primero Su reino y Su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.
(V. también Salmo 84:10,11; Mateo 6:25–32.)
D. Pensar en lo celestial y no apegarse excesivamente a lo terrenal:
Mateo 6:20,21
Amontonen riquezas en el cielo, donde la polilla no destruye ni las cosas se echan a perder ni los ladrones entran a robar. 21 Pues donde esté tu riqueza, allí estará también tu corazón.
Lucas 12:15
La vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.
Colosenses 3:1
Si ustedes, pues, han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.
Colosenses 3:2
Pongan la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. (V. también Hebreos 10:34.)
E. Ni siquiera debemos poner el servicio a Dios por encima del amor a Dios:
Lucas 11:42
Separan para Dios la décima parte de la menta, de la ruda y de toda clase de legumbres, pero no hacen caso de la justicia y el amor a Dios.
Apocalipsis 2:3–5
Has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado por Mi nombre, y no has desfallecido. 4 Pero tengo contra ti que has dejado tu primer amor. 5 Recuerda por tanto de dónde has caído, y arrepiéntete.
Lucas 10:38–42
Jesús entró en cierta aldea; y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. 39 Ella tenía una hermana que se llamaba María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba Su palabra. 40 Pero Marta se preocupaba con todos los preparativos. Y acercándose a Él, le dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude». 41 El Señor le respondió: «Marta, Marta, tú estás preocupada y molesta por tantas cosas; 42 pero una sola cosa es necesaria, y María ha escogido la parte buena, la cual no le será quitada».
4. Debemos sentir un sano temor de desagradar al Señor y una profunda reverencia hacia Él
A. El temor de Dios:
2 Reyes 17:35,36
El Señor hizo un pacto y les ordenó: «No temerán a otros dioses ni se inclinarán ante ellos, no los servirán ni les ofrecerán sacrificios. 36 Sino que al Señor, que los hizo subir de la tierra de Egipto con gran poder y con brazo extendido, a Él temerán y ante Él se inclinarán y a Él ofrecerán sacrificios».
Eclesiastés 12:13
Teme a Dios, y guarda Sus mandamientos.
Isaías 8:13
Al Señor todopoderoso es a quien hay que tener por santo; a Él es a quien hay que temer.
Lucas 12:4,5
No teman a los que matan el cuerpo, y después de esto no tienen nada más que puedan hacer. 5 Pero Yo les mostraré a quién deben temer: teman a Aquel [Dios] que, después de matar, tiene poder para arrojar al infierno; sí, les digo: ¡A Él, teman!
(V. también Mateo 10:28.)
B. Beneficios de temer a Dios:
Salmo 19:9
El temor del Señor es limpio y permanece para siempre. (Cotéjese con Proverbios 29:25.)
Proverbios 1:7
El temor del Señor es el principio de la sabiduría. (V. también Salmo 111:10; Proverbios 9:10.)
Proverbios 14:26
En el temor del Señor hay confianza segura.
Proverbios 14:27
El temor del Señor es fuente de vida, para evadir los lazos de la muerte.
Proverbios 16:6
Con el temor del Señor el hombre se aparta del mal.
Malaquías 4:2
Para ustedes que temen Mi nombre, se levantará el sol de justicia con la salud en sus alas.
(V. también Salmo 34:9.)
D. Bendiciones que nos da Dios por reverenciarlo:
Salmo 25:12
Al hombre que honra al Señor, Él le muestra el camino que debe seguir.
Salmo 31:19
¡Cuán grande es Tu bondad, que has guardado para los que te temen, que has mostrado a los que esperan en Ti, delante de los hijos de los hombres!
Salmo 103:13
El Señor es, con los que lo honran, tan tierno como un padre con sus hijos.
Salmo 147:11
A Él le agradan los que lo honran, los que confían en Su amor.
Lucas 1:50
Dios tiene siempre misericordia de quienes lo reverencian.
Hechos 10:35
En cualquier nación acepta a los que lo reverencian y hacen lo bueno.
5. Reposar en el Señor
A. La Biblia nos exhorta a reposar en el Señor:
Salmo 37:7
Confía callado en el Señor y espera en Él con paciencia.
Hebreos 4:3
Los que hemos creído entramos en el reposo.
Hebreos 4:9
Queda un reposo para el pueblo de Dios.
Hebreos 4:11
Procuremos […] entrar en aquel reposo.
B. Hacernos tiempo para sentarnos a los pies de Jesús:
Lucas 10:38–42
[Ocasión en que Marta estaba ocupada sirviendo, mientras María escuchaba a Jesús. Este aprobó la conducta de María y dijo que había escogido la mejor parte.]
C. Echar nuestras cargas y preocupaciones sobre el Señor:
Salmo 55:22
Echa sobre el Señor tu carga, y Él te sustentará; Él nunca permitirá que el justo sea sacudido.
Mateo 11:28–30
Vengan a Mí todos ustedes que están cansados de sus trabajos y cargas, y Yo los haré descansar. 29 Acepten el yugo que les pongo, y aprendan de Mí, que soy paciente y de corazón humilde; así encontrarán descanso. 30 Porque el yugo que les pongo y la carga que les doy a llevar son ligeros.
1 Pedro 5:7
Pongan sus preocupaciones en las manos de Dios, pues Él tiene cuidado de ustedes.
D. Meditar en el poder de Dios:
Génesis 24:63
Por la tarde Isaac salió al campo a meditar.
Job 37:14
Repósate, y considera las maravillas de Dios.
Salmo 46:10
Estén quietos, y sepan que Yo soy Dios.
1 Tesalonicenses 4:11
Traten de vivir tranquilos.
E. Ser humildes delante del Señor:
1 Reyes 3:7
[El rey Salomón oró:] Yo soy un muchacho joven y sin experiencia.
Isaías 57:15
Así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu.
Miqueas 6:8
¿Qué es lo que demanda el Señor de ti, sino solo practicar la justicia, amar la misericordia, y andar humildemente con tu Dios?
Santiago 4:10
Sean humildes delante del Señor y Él los premiará.
6. Acercarse al Señor y reposar a Su abrigo
Santiago 4:8
Acérquense a Dios, y Él se acercará a ustedes.
A. La presencia de Dios nos proporciona abrigo:
Salmo 91:1
El que habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente.
Salmo 31:19,20
¡Qué grande es Tu bondad para aquellos que te honran! La guardas como un tesoro y, a la vista de los hombres, la repartes a quienes confían en Ti. 20 Con la protección de Tu presencia los libras de los planes malvados del hombre.
Deuteronomio 32:11,12
Como águila que revolotea sobre el nido y anima a sus polluelos a volar, así el Señor extendió Sus alas y, tomándolos, los llevó a cuestas. 12 El Señor los guió, y nadie más; ¡ningún dios extraño tuvo que ayudarlo!
B. Descansar a la sombra de Sus alas:
Mateo 23:37
[Jesús ansía juntarnos cerca de Él] como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas. (V. también Lucas 13:34.)
Salmo 17:8
Escóndeme bajo la sombra de Tus alas.
Salmo 57:1
Ten misericordia de mí, oh Dios, ten misericordia de mí; porque en Ti ha confiado mi alma, y en la sombra de Tus alas me ampararé hasta que pasen los quebrantos.
Salmo 61:4
Estaré seguro bajo la cubierta de Tus alas. (V. también Salmo 27:5; 32:7; 119:114.)
Salmo 91:4
Con Sus plumas te cubrirá, debajo de Sus alas estarás seguro.
(V. también Salmo 36:7; 63:7; Rut 2:12.)
7. Beneficios de pasar ratos a solas con el Señor
A. Dios renueva y conforta nuestra alma:
Salmo 23:2,3
Junto a aguas de reposo me pastoreará. 3 Confortará mi alma.
2 Corintios 4:16
No desfallecemos, antes bien, aunque nuestro hombre exterior va decayendo, sin embargo nuestro hombre interior se renueva de día en día. (V. también Efesios 4:23.)
B. Nos da gozo:
Salmo 5:11
Alégrense todos los que en Ti confían; […] en Ti se regocijen los que aman Tu nombre.
Salmo 16:11
En Tu presencia hay plenitud de gozo.
Salmo 40:16
Gócense y alégrense en Ti todos los que te buscan.
Salmo 51:12
Devuélveme el gozo de Tu salvación.
Juan 15:11
Estas cosas les he hablado, para que Mi gozo esté en ustedes, y su gozo sea perfecto.
(V. también Nehemías 8:10; 1 Pedro 1:8.)
C. Nos fortalece espiritualmente:
Isaías 40:29–31
Él da fuerzas al cansado, y al débil le aumenta su vigor. 30 Hasta los jóvenes pueden cansarse y fatigarse, hasta los más fuertes llegan a caer, 31 pero los que confían en el Señor tendrán siempre nuevas fuerzas y podrán volar como las águilas; podrán correr sin cansarse y caminar sin fatigarse.
Isaías 41:1
Guarden silencio ante Mí, […] y renueven sus fuerzas los pueblos.
Isaías 30:7
Su fortaleza [será] estarse quietos.
Isaías 30:15
En la tranquilidad y la confianza estará su fuerza.
Daniel 11:32
El pueblo que ama a su Dios se mantendrá firme.
Jueces 5:31
Los que te aman, sean como el sol cuando sale en su fuerza.
Efesios 3:16
Pido al Padre que de Su gloriosa riqueza les dé a ustedes, interiormente, poder y fuerza por medio del Espíritu de Dios. (V. también Salmo 138:3.)
Colosenses 1:11
Rogamos que ustedes sean fortalecidos con todo poder según la potencia de Su gloria.
D. Nos da descanso en el Espíritu:
Éxodo 33:14
Mi presencia te acompañará y te daré descanso.
1 Reyes 8:56
Bendito sea el Señor, que ha dado reposo a Su pueblo.
E. Cuando dedicamos tiempo a amarlo, Él nos ama a nosotros:
Proverbios 8:17
Yo amo a los que me aman, y me hallan los que temprano me buscan.
Juan 14:21,23
[Jesús dijo:] El que me ama será amado por Mi Padre. 23 El que me ama, Mi palabra guardará; y Mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada con él.
Juan 16:27
El Padre mismo los ama, porque ustedes me han amado y han creído que Yo salí del Padre.
F. Otros beneficios de amar al Señor:
Deuteronomio 30:16
Si obedecen lo que hoy les ordeno, y aman al Señor su Dios, y siguen Sus caminos, y cumplen Sus mandamientos, leyes y decretos, vivirán y tendrán muchos hijos, y el Señor su Dios los bendecirá en el país que van a ocupar.
Salmo 119:132
Mírame, y ten misericordia de mí, como acostumbras con los que aman Tu nombre.
Salmo 145:20
El Señor guarda a todos los que lo aman.
Proverbios 8:21
A los que me aman les doy su parte: lleno sus casas de tesoros.
Efesios 6:24
Gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo en sinceridad.
1 Corintios 8:3
Dios reconoce a todo aquel que lo ama.
Santiago 1:12
Bienaventurado el hombre que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida que Dios ha prometido a los que lo aman. (V. también 2 Timoteo 4:8.)
(V. también Deuteronomio 11:13–15,22,23; Salmo 36:10; Juan 14:27.)
8. Obstáculos en nuestra relación con el Señor
A. Estar muy ocupados para dedicarle tiempo:
Isaías 28:12
«Aquí está la calma, aquí está el descanso; que descanse el fatigado». Pero no quisieron hacerle caso.
Mateo 23:37
¡Cuántas veces quise [juntarte], como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!
Lucas 10:39,40
María, […] sentándose a los pies de Jesús, oía Su palabra. 40 Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres.
Juan 5:40
Ustedes no quieren venir a Mí para tener esa vida.
B. Enredarnos en el mundo y llenarnos de sus afanes:
Mateo 13:22
Las preocupaciones del mundo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se queda sin fruto. (V. también Lucas 8:14.)
2 Timoteo 2:4
Ningún soldado en servicio activo se enreda en los asuntos de la vida civil, porque tiene que agradar a su superior.
1 Juan 2:15,16
Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. 16 Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.
C. Enfriarnos y dejar nuestro primer amor:
Jeremías 2:2–5
Ve y clama a los oídos de Jerusalén, diciendo: «Así dice el Señor: “De ti recuerdo el cariño de tu juventud, tu amor de novia, de cuando me seguías en el desierto, por tierra no sembrada. 3 Santo era Israel para el Señor, primicias de Su cosecha; todos los que comían de ella se hacían culpables; el mal venía sobre ellos”, declara el Señor». 4 Oigan la palabra del Señor, casa de Jacob, y todas las familias de la casa de Israel. 5 Así dice el Señor: «¿Qué injusticia hallaron en Mí sus padres, para que se alejaran de Mí y anduvieran tras lo vano y se hicieran vanos?»
Mateo 24:12
Por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará.
Apocalipsis 2:4,5
Tengo contra ti que has dejado tu primer amor. 5 Recuerda por tanto de dónde has caído, y arrepiéntete.
D. Dudar del amor que el Señor nos tiene:
Malaquías 1:2
El Señor dice: «Yo los amo a ustedes». Pero ustedes responden: «¿Cómo sabemos que nos amas?»
E. Tener pecados de los que no nos hemos arrepentido:
Salmo 66:18
Si en mi corazón hubiera yo mirado a la maldad, el Señor no me habría escuchado.
Isaías 59:2
Las maldades cometidas por ustedes han levantado una barrera entre ustedes y Dios.
(V. también Salmo 32:1–5.)
F. Andar muy llenos de nuestros propios pensamientos:
Isaías 65:2
Extendí Mis manos todo el día a pueblo rebelde, el cual anda por camino no bueno, en pos de sus pensamientos.
(V. también Salmo 10:4; 119:113; Isaías 55:7.)
9. Aspectos particulares de nuestra relación con el Señor
A. Los que creen en Dios y le obedecen son pueblo elegido y bendito:
1 Pedro 2:9
Ustedes son una familia escogida, un sacerdocio al servicio del Rey, una nación santa, un pueblo adquirido por Dios.
Éxodo 19:5
Si en verdad escuchan Mi voz y guardan Mi pacto, serán Mi especial tesoro entre todos los pueblos, porque Mía es toda la tierra.
Deuteronomio 7:6
Ustedes son un pueblo apartado especialmente para el Señor su Dios; el Señor los ha elegido de entre todos los pueblos de la tierra, para que ustedes le sean un pueblo especial.
Deuteronomio 14:2
Eres pueblo santo para el Señor tu Dios; y el Señor te ha escogido para que le seas un pueblo de Su exclusiva posesión de entre los pueblos que están sobre la superficie de la tierra.
Juan 15:16
Ustedes no me escogieron a Mí, sino que Yo los escogí a ustedes, y los designé para que vayan y den fruto.
(V. también Efesios 1:4; Apocalipsis 17:14.)
B. Jesús nos compró; le pertenecemos:
1 Corintios 3:23
Ustedes son de Cristo, y Cristo es de Dios.
1 Corintios 6:20
Han sido comprados por un precio. Por tanto, glorifiquen a Dios en su cuerpo y en su espíritu, los cuales son de Dios. (V. también 1 Corintios 7:23.)
Apocalipsis 5:9
Tú fuiste inmolado, y con Tu sangre compraste para Dios a gente de toda tribu, lengua, pueblo y nación.
1 Pedro 1:18,19
Dios los ha rescatado a ustedes de la vida sin sentido que heredaron de sus antepasados; y ustedes saben muy bien que el costo de este rescate no se pagó con cosas corruptibles, como el oro o la plata, 19 sino con la sangre preciosa de Cristo, que fue ofrecido en sacrificio como un cordero sin defecto ni mancha.
(V. también Mateo 20:28; Marcos 10:45; Gálatas 3:13; 1 Timoteo 2:5,6.)
C. Dios no nos hizo esclavos Suyos, sino que nos adoptó como hijos y herederos:
Juan 1:12
A quienes lo recibieron y creyeron en Él, les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios.
Juan 15:15
Ya no los llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero los he llamado amigos, porque les he dado a conocer todo lo que he oído de Mi Padre.
Gálatas 4:5
Dios lo envió para liberar a todos los que teníamos que obedecer la Ley, y luego nos adoptó como hijos Suyos. (V. también Efesios 1:5–7.)
Romanos 8:14–16
Todos los que viven en obediencia al Espíritu de Dios, son hijos de Dios. 15 Porque el Espíritu que Dios les ha dado no los esclaviza ni les hace tener miedo. Por el contrario, el Espíritu nos convierte en hijos de Dios y nos permite decirle a Dios: «¡Papá!» 16 El Espíritu de Dios se une a nuestro espíritu y nos asegura que somos hijos de Dios.
Gálatas 4:6
Ahora, como ustedes son Sus hijos, Dios ha enviado el Espíritu de Su Hijo a vivir en ustedes. Por eso, cuando oramos a Dios, el Espíritu nos permite llamarlo: «Papá, querido Papá».
Gálatas 4:7
Ustedes ya no son como los esclavos de cualquier familia, sino que son hijos de Dios. Y como son Sus hijos, gracias a Él tienen derecho a Sus riquezas.
Romanos 8:17
Puesto que somos Sus hijos, también tendremos parte en la herencia que Dios nos ha prometido, la cual compartiremos con Cristo.
(V. también 2 Corintios 6:18; Hebreos 2:11; 1 Juan 3:1.)
D. Espiritualmente estamos casados con el Señor:
Isaías 54:5
Tu esposo es tu Hacedor, el Señor de los ejércitos es Su nombre; y tu Redentor es el Santo de Israel, que se llama Dios de toda la tierra.
Isaías 62:5
Como el gozo del esposo con la esposa, así se gozará contigo el Dios tuyo.
Jeremías 3:14
Convertíos, hijos rebeldes, dice [el Señor], porque Yo soy vuestro esposo.
Oseas 2:19,20
Te desposaré conmigo para siempre […]. 20 Y te desposaré conmigo en fe.
Romanos 7:2,4
Una mujer casada está ligada por ley a su esposo mientras este vive; pero si el esposo muere, la mujer queda libre de la ley que la ligaba a él. 4 Así también, ustedes, hermanos míos, al incorporarse a Cristo han muerto con Él a la Ley, para quedar unidos a otro [esposo], es decir, a aquel que después de morir resucitó. De este modo, podremos dar una cosecha agradable a Dios.
2 Corintios 11:2
Los he comprometido en casamiento con un solo esposo, Cristo, y quiero presentarlos ante Él puros como una virgen.
Apocalipsis 19:6–9
Me pareció oír las voces de mucha gente. […] Decían: «[…] 7 Ha llegado el día de la boda del Cordero [Jesús]. Ya está lista Su esposa, la cual es la Iglesia; 8 Dios la ha vestido de lino fino, limpio y brillante». Ese lino fino representa el bien que hace el pueblo de Dios. 9 El ángel me dijo: «Escribe esto: Benditos sean todos los que han sido invitados a la cena de bodas del Cordero».
(V. también Ezequiel 16:8; Efesios 5:28–32.)
E. Si vivimos y permanecemos en Él, Él vive en nosotros:
Juan 14:23
Si alguien me ama, guardará Mi palabra; y Mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos con él morada.
Juan 15:1–5
[Debemos permanecer en Jesús como un sarmiento unido a la vid.]
Juan 17:26
Les he dado a conocer quién eres, y aún seguiré haciéndolo, para que el amor que me tienes esté en ellos, y para que Yo mismo esté en ellos.
2 Corintios 5:17
Si alguno está en Cristo, nueva criatura es.
2 Corintios 6:16
Dios dijo: «Habitaré en ellos, y andaré entre ellos; y seré su Dios, y ellos serán Mi pueblo».
1 Juan 4:13
En esto conocemos que estamos en Él, y Él en nosotros, en que nos ha dado de Su Espíritu.
1 Juan 4:16
El que permanece en amor, permanece en Dios y Dios en él.
(V. también Hechos 17:28.)
F. Somos el cuerpo de Cristo:
Efesios 1:22,23
A Cristo mismo [Dios] lo dio a la iglesia como cabeza de todo. 23 Pues la iglesia es el cuerpo de Cristo, de quien ella recibe su plenitud, ya que Cristo es quien lleva todas las cosas a su plenitud.
Efesios 5:30
Somos miembros de Su cuerpo, de Su carne y de Sus huesos.
Colosenses 1:18
Él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia.
(V. también 1 Corintios 12:12–27.)
G. Somos el templo de Dios:
1 Corintios 6:19
¿No saben ustedes que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que Dios les ha dado, y que el Espíritu Santo vive en ustedes?
2 Corintios 6:16
Nosotros somos el templo del Dios vivo.
Efesios 2:19–22
Ustedes ya no son extraños ni extranjeros, sino que son conciudadanos de los santos y son de la familia de Dios. 20 Están edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular, 21 en quien todo el edificio, bien ajustado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor. 22 En Cristo también ustedes son juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.
Hebreos 3:6
Cristo, como Hijo, es fiel sobre esta casa de Dios que somos nosotros mismos.
H. Jesús es nuestro pastor; y nosotros, Sus ovejas:
Juan 10:11
Yo soy el buen pastor. (V. también Juan 10:1–29; Hebreos 13:20.)
Salmo 23:1–4
El Señor es mi pastor; nada me falta. 2 En verdes praderas me hace descansar, a las aguas tranquilas me conduce, 3 me da nuevas fuerzas y me lleva por caminos rectos, haciendo honor a Su nombre. 4 Aunque pase por el más oscuro de los valles, no temeré peligro alguno, porque Tú, Señor, estás conmigo; Tu vara y Tu bastón me inspiran confianza.
Salmo 95:7
Él es nuestro Dios; nosotros, el pueblo de Su prado y ovejas de Su mano.
Salmo 100:3
Pueblo Suyo somos y ovejas de Su prado.
(V. también Salmo 78:52, 79:13; Isaías 40:11; Mateo 25:32,33; Juan 21:15–17.)
I. Él nos amó y rescató cuando estábamos perdidos y descarriados:
1 Pedro 2:25
Antes, ustedes andaban como ovejas perdidas, pero ahora han regresado a Cristo, que es como un pastor que los cuida y los protege.
Lucas 15:3–7
Jesús les dijo esta parábola: 4 «¿Qué hombre de ustedes, si tiene cien ovejas y una de ellas se pierde, no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la que está perdida hasta que la halla? 5 Al encontrarla, la pone sobre sus hombros, gozoso. 6 Cuando llega a su casa, reúne a los amigos y a los vecinos, diciéndoles: “Alégrense conmigo, porque he hallado mi oveja que se había perdido”. 7Les digo que de la misma manera, habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentimiento.
(V. también Isaías 53:6; Ezequiel 34:1–12; Mateo 9:36; Juan 10:11.)
Publicado en Tour temático de la Biblia: Vida cristiana
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